jueves, 13 de enero de 2011

La creación del mundo (Un sueño)

En la biblia, dentro del génesis, cuando se describe La creación, hay pasaje que dice así: “Dios dijo: Reúnanse en un solo lugar las aguas inferiores y aparezca lo seco; y así fue. Dios llamó a lo seco tierra, y a la masa de agua llamó mares. Vio Dios que esto estaba bien.”
Vio Dios que esto estaba bien y lo dejó, pienso yo. Fue prueba y error, porque ¿cómo sabía, a caso, que estaba haciendo lo correcto? ¿De dónde sacó el modelo? ¿De alguna revista de decoración de jardines? ¿Hizo un curso en el Botánico?
Se me ocurre que si Dios vio que eso estaba bien, y así lo dejó, es porque en verdad no sabía muy bien lo que estaba haciendo ¿Necesitó ayuda de alguien? Es como contratar a un arquitecto para que te construya la casa y éste, en lugar de hacer planos y buenos cimientos, tire a la marchanta unos cuantos ladrillos, varias cucharadas de cemento, arena y cal, un par de fierros, y así lo deje, con el solo parámetro de creer que lo que hizo está bien porque simplemente le pareció que estaba bien: ¡Es tilinguería, soberbia, falta de responsabilidad! Porque el arquitecto sabe lo que está haciendo porque estudió para eso ¡Pero Dios no! No hay pruebas ni certificados de ningún tipo de estudios.
Además, quien haya leído la biblia, habrá notado que la frase: “Vio Dios que esto estaba bien”, se repite en varios párrafos del génesis. Eso, apoya mi teoría de que en realidad no sabía muy bien lo que estaba haciendo, y por eso el mundo es como es; lleno de miserias e injusticias.
Por otro lado, en lo que se refiere a La creación del hombre, dentro del mismo génesis, hay otra frase que llamó mi atención y que dice lo siguiente: “Dios dijo: Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza…” A nuestra imagen y semejanza: ¿Por qué habla en plural? ¿Por qué dice “hagamos”, en lugar de “hago”? ¿Estaba acompañado por alguien más? Creo que Dios no estaba solo, pero que quien lo acompañaba no era la mejor compañía.
Esta obsesión que me atormenta de día, mientras estoy despierto, también me atormenta de noche, al dormir, pues, desde el descubrimiento de estas líneas, se volvió un sueño recurrente, en el que yo soy Dios y un jardinero sumamente oportunista intenta ayudarme:

La escena transcurre en una suerte de paraíso vació, en el que solo hay pasto muy verde y bien cortado, algunos árboles, un lago muy prolijo, y varias sombrillas amarillas que instaló el gobierno porteño, con la iniciativa de aportarle otra inútil playa a la ciudad de Buenos Aires. Yo, Dios, me encuentro meditando, de pie al sol, mirando el horizonte, cuando de pronto, el jardinero se me acerca. Creo que es el cuarto o quinto día de trabajo:

JARDINERO: Hola Dios ¿Cómo va la cosa?
YO (Apesadumbrado): Más o menos, Rubencito. Hace horas que intento crear un ser superior, algo que complete al hombre…
JARDINERO: ¿Un robot?
YO: Mmmm, no, algo menos costoso…
JARDINERO: Algo menos costoso… No se me ocurre nada…
YO: A mí tampoco… Eso de los robots dejémoselo a los japoneses, que saben lo que hacen.
JARDINERO: Sí, hacen unas cámaras excelentes ¿Querés comprar una? Tengo unas que me sobraron.
YO: ¿Vendés cámaras?
JARDINERO: Entre otras cosas… La jardinería no me está dejando mucho.
YO: ¿Cuánto valen?
JARDINERO: 500 pesos. Pero son muy buenas.
YO: ¿Con garantía?
JARDINERO: Ehhh, no… tampoco tienen factura.
YO: Ah, no. Entonces no puedo. Si no es legal no me sirve. Es pecado…
JARDINERO: Y sí… Y bueno…
YO: Además… la ciencia… y yo… viste, no nos llevamos…
JARDINERO: Sí, no se llevan bien…
YO: Sí, exacto… No te ofendas. Es una cámara muy linda.
JARDINERO: No me ofendo.
YO: Me encantaría, pero…
JARDINERO: No te preocupes, otra vez será…
YO: Sí… Igual ¿Podrías sacar unas fotos por tu cuenta? Porque tengo la sensación de que si no dejo pruebas de la creación, nadie me va a creer.
JARDINERO: Ay, me encantaría sacar, pero justo no puedo.
YO: Pero…
JARDINERO: No puedo, justo… Qué le vamos a hacer…
YO: Y bueno…
JARDINERO: Y bueno…

Yo no respondo nada. Sigo pensativo. Los dos nos quedamos en silencio unos segundos.

JARDINERO: Che ¿y si hacés una mujer?
YO: ¿Una mujer?
JARDINERO: Sí.
YO: ¿Qué es eso?
JARDINERO: Es como el hombre pero mejor. Tiene pechos.
YO (Señalando mis pectorales): ¿Cómo yo?
JARDINERO: No. Más grandes.
YO: ¿Cómo vos?
JARDINERO: No, lo mío es grasa.
YO (Señalando sus pechos): Están muy bien…
JARDINERO (Se sonroja): Ay, no seas…
YO: No, en serio, me servirían de inspiración tranquilamente…
JARDINERO: Los de la mujer, igual, son distintos.
YO: ¿Distintos cómo?
JARDINERO: Más redondos.
YO: No entiendo.
JARDINERO: Claro, como montañas.
YO: ¿Montañas grandes o montañas chicas?
JARDINERO: Depende la mujer… y del cirujano.
YO: Ahá… ¿Y para qué sirven?
JARDINERO: Mmmm, para muchas cosas… por ejemplo; si el hombre y la mujer se casan y tienen un hijo, la mujer puede alimentar al bebé desde sus pechos.
YO: Es una gran idea.
JARDINERO: Sí, de hecho, así se ahorrarían la plata de la “asignación universal por hijo”, y podrían comprar más biblias, o rosarios.
YO: Es una excelente idea.
JARDINERO (Bromeando): ¡Usala, no te voy a cobrar derechos de autor!
YO: Lo voy a pensar.
JARDINERO: Pensalo, pensalo…
YO: Ya que te tengo acá… tengo un problemita con la parte frutos prohibidos.
JARDINERO: ¿No te sirvieron los que te traje? Son muy buenos.
YO: No, no, me imagino que sí, pero no logro hacerlos aparecer. Digo las palabras indicadas pero no aparecen.
JARDINERO: A ver ¿Las estás diciendo bien?
YO: Sí, sí, pienso que sí.
JARDINERO: Decilas…
YO: ¿Adelante tuyo?
JARDINERO: Sí.
YO: Pero… Compramos otras, compramos otras…
JARDINERO: No, no. Estas son muy buenas, me las vendió Zeus.
YO: Es que…
JARDINERO: Decilas… ¿Te da vergüenza?
YO: Un poco…
JARDINERO: Ay, no seas tonto hombre, somos grandes. Yo esto lo veo todo el tiempo. Soy un profesional.
YO: Bueno. Pero no te rías.
JARDINERO: No me río, tranquilo. Estoy acá para ayudarte…
YO (Haciendo un ademan exagerado, como si fuera un mago): Bueno, va: “Produzca la tierra vegetación: plantas con semilla de su especie y árboles frutales que den sobre la tierra frutos que contengan la semilla de su especie”.
JARDINERO: Mmmmm, no sé qué pasa. Creo que lo dijiste bien. A ver, decilo de nuevo.
YO: “Produzca la tierra vegetación: plantas con semilla de su especie y árboles frutales que den sobre la tierra frutos que contengan la semilla de su especie”.
JARDINERO: No noto nada raro ¿Estás seguro de que usaste los poderes correctos?
YO: Sí, sí, usé los poderes que me dijiste.
JARDINERO: A ver, dame el envoltorio.
YO (Buscando entre mi ropa): Mmmm creo que lo tengo por acá… lo guardé por las dudas. Soy muy previsor. Yo sabía que esto me podía pasar… Acá está… (Saco un envoltorio colorido, que parece un envoltorio de semillas. Se lo doy a Rubén) Tomá…
JARDINERO (Leyéndolo. Examinando el envoltorio): Mmmm, “Produzca la tierra vegetación: plantas con semilla y árboles frutales que den sobre la tierra frutos que contengan…” ¡Ah, con razón! Estos son los de invierno. No te van a florecer.
YO: ¿Entonces estaba todo bien?
JARDINERO: Sí, sí. Error mío. Error mío. Me hago cargo. A la tarde voy al mercado y te traigo los de verano.
YO: Bueno, me quedo más tranquilo.

En ese momento del sueño, aparece Mauricio Macri con varios agentes de la policía metropolitana y amablemente me piden que me vaya. Yo intento resistirme, pero como los policías me siguen presionando amablemente, me voy. Luego Mauricio saluda a Rubén, mi jardinero, y entre los dos dicen unas palabras mágicas, cortan una cintita a modo de inauguración, y unos edificios muy modernos aparecen donde antes no había nada.

Yo me despierto sudando, y le pido a mi novia que por favor me diga que el mundo no es como es, pero que tampoco es como lo sueño.

FIN

1 comentario:

  1. Hola, ¿cómo estás?, déjáme decirte que la lectura es muy fluida y sencilla, tiene una estructura agradable al oído. Mi única barrera fue que te burlaras de la Biblia, aunque por lo general no tengo barreras. Muy buen trabajo, literariamente hablando. Saludos cordiales.

    Inés.

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